Vos, con esa facilidad para dormirte dos segundos después de habernos acostados, te sorprendías (y asustabas) porque te gustaba que yo este a tu lado en esos momentos donde el cansancio se adueñaba de tu ser. Te encantaba señalar que eso era muy raro en vos, un poco haciéndote el descontracturado y otro poco marcando una diferencia.
Lo importante eran las brisas que rodeaban nuestros cuerpos cuando nos tirábamos a querernos, a besarnos de pies a cabeza, a buscar cada particularidad que nos hacia diferentes, a contar nuestros lunares, y como nos gustaba conocer todo del otro o por lo menos intentar conocerlo.
Yo envidiaba ese sueño pesado e instantáneo que tenias, pero adoraba también que te durmieras para poder observarte, escucharte respirar, sentir cada latido de tu corazón en mis pechos, y especialmente perpetuar en lo mas profundo, el hecho de que ya no iba a dormir mas sola.
¿Y qué si era diferente esta vez? ¿Cuál era el problema que tenia con entregarme a la ilusión?
Lo importante eran las brisas que rodeaban nuestros cuerpos cuando nos tirábamos a querernos, a besarnos de pies a cabeza, a buscar cada particularidad que nos hacia diferentes, a contar nuestros lunares, y como nos gustaba conocer todo del otro o por lo menos intentar conocerlo.
Yo envidiaba ese sueño pesado e instantáneo que tenias, pero adoraba también que te durmieras para poder observarte, escucharte respirar, sentir cada latido de tu corazón en mis pechos, y especialmente perpetuar en lo mas profundo, el hecho de que ya no iba a dormir mas sola.
¿Y qué si era diferente esta vez? ¿Cuál era el problema que tenia con entregarme a la ilusión?
No hay comentarios:
Publicar un comentario