No, no sé cuando dejó de tener relevancia el paso del tiempo, o cuando cobró tanta importancia tu mirada, y tus manos que acarician el vacío. Hace tanto frío esta mañana, y vos te perdiste en un par de palabras, solo un par de palabras y hojas arrancadas de la multitud. Lo sé, ya no importa nada en esta lejanía tan inútil como nosotros mismos, como la poca capacidad que hoy tenemos de mirarnos a los ojos y decirnos la verdad. También sé que ya no existe una sola descripción exacta, y que las fábulas se apoderaron del escenario como gotas de una tormenta en febrero, en el febrero donde me quedé sola, sin un pedacito de consuelo.
No, no hay razones, no las hay para la cantidad de insignificancia que nos recubre tan imperceptible a la realidad, tan alejada de nuestros cuerpos. Porque es en tu mente donde se escondieron tus sentimientos, la génesis de todo este desastre natural, y no es mi culpa, ni mucho menos. ¿Qué deberíamos hacer con todo eso?
No, no quiero despertar, y ya no vale la pena que salga el sol, o se disipen las nubes tan estúpidas. No vale el esfuerzo o las ganas desperdiciadas en un móvil tan acostumbrado a ser fuga de fracasos obvios, anticipados. No importa si ya no dormiremos nunca mas en nuestra cama, o si nunca mas nos vemos cara a cara. Se perdió todo, completamente todo, el día que te fuiste, y prometiste no volver, no volver a lastimarme, y ahora suena todo tan absurdo, tan perverso. Absurdo, absurda es esta mañana, y absurdo es que te hable, que hoy de nuevo acabe desmayada, que hoy te escriba esta absurda carta.
No, no hay razones, no las hay para la cantidad de insignificancia que nos recubre tan imperceptible a la realidad, tan alejada de nuestros cuerpos. Porque es en tu mente donde se escondieron tus sentimientos, la génesis de todo este desastre natural, y no es mi culpa, ni mucho menos. ¿Qué deberíamos hacer con todo eso?
No, no quiero despertar, y ya no vale la pena que salga el sol, o se disipen las nubes tan estúpidas. No vale el esfuerzo o las ganas desperdiciadas en un móvil tan acostumbrado a ser fuga de fracasos obvios, anticipados. No importa si ya no dormiremos nunca mas en nuestra cama, o si nunca mas nos vemos cara a cara. Se perdió todo, completamente todo, el día que te fuiste, y prometiste no volver, no volver a lastimarme, y ahora suena todo tan absurdo, tan perverso. Absurdo, absurda es esta mañana, y absurdo es que te hable, que hoy de nuevo acabe desmayada, que hoy te escriba esta absurda carta.
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