Miró por la ventana de nuevo, y unas cuantas veces más. Dejaba notar una leve obsesión con el estado del tiempo. Otra tarde gris, otra como tantas. Respira hondo, muerde sus labios. Josefina esperaba una señal absurda, absurda como ella misma.
Dibujó con su boca: "Amor es incertidumbre".

lunes, 19 de abril de 2010

¿Y qué se yo ahora de tu vida? Sentí como te alejaste, te pude ver mientras caminabas en dirección contraria a mi, a lo nuestro, ví tu espalda que no volteó, sentí como no pensaste en volver, ni siquiera se te ocurrió, ví tu pelo castaño y esos rulos volar con el viento cuando corrías, cuando te alejabas, dejaste ese aroma a perfume importado, ese olor que no se olvida, y ví como toda tu energía histérica, se consumía y desaparecía. Tuve que vivir con el hecho de que no te detuve, no tuve las fuerzas para bajarte de ese frenesí que te llevó lejos de mi. No tuve el coraje para pedirte que te quedaras conmigo en este mundo de frivolidad, responsabilidades y obligaciones. Pero cuando ya te habías ido, yo te llame, una y mil veces, no siempre en la realidad, pero casi siempre así fue, o creí que te llamaba, o quizás siempre estuve gritando que vuelvas a la nada, o llorando como tonta en los rincones, en los rincones y sin vos. Y cuando me canse de llamarte, y cuando fue momento de analizar porque las cosas estaban así, fueron tiempos en los que entendí y no entendí todo, pero me sentí conforme con pensar algunas verdades que sabia que lo eran. Supe que estabas bien, que yo ya no podía y no quería ahogarte, y que siempre ibas a formar parte de mí, porque simplemente hay cosas que no cambian, como todo lo que es nuestro y de nadie más, los recuerdos buenos y esas costumbres chabacanas, que no se pueden borrar.
Comí cereales sola, y tomé leche fría o tibia, todas las tardes y mañanas, y lo sigo haciendo. Creí que si seguía todo igual, quizás volverías, o nada cambiaría. Pero había algo que no era igual. No te escuchaba gritando o cantando, o no estábamos cantando juntas alguna que otra canción, no estabas pidiéndome consejos, ni estábamos hablando hasta altas horas de la madrugada. Estaba yo sentada en la cocina que nos había cobijado un verano entero, ese verano que pareció una vida, y que nos vio crecer y crear lo nuestro. Hoy entro a la cocina, y tomo leche fría (descremada, obvio) y siento todavía esas cosas que se sentían cuando estabas vos todavía, y me pongo a cocinar lemonnies, y me río sola, y parezco y me siento tonta, pero no me importa, porque casi todo me recuerda a vos.
De repente me encuentro durmiendo sola los sábados por la noche. Volviendo de los boliches sobria, y me acuesto directamente, no me quedo con una loca que se lava el pelo para que no se le sienta el olor a vicios, ni tampoco me pongo a charlar hasta las 7 de la mañana de los amores que nunca van a ser, o de amores que esperamos, o que ya no esperamos nada, como yo a veces no te espero a vos. Pero duermo sola, y hasta muy tarde, porque ya no me despiertan tus besos tipo 12, que me decían que tus viejos llegaban, y me hacían levantar entre lagañas y borrachera disimulada, y me hacían levantar feliz, porque no podía ser mas feliz cuando nos mirábamos y nos entendíamos al instante.
Ya no me pruebo 200 prendas antes de salir, ni tengo un guardarropas que varía cada fin de semana porque decidiste caer con 12 bolsas llenas de vestidos, remeras y zapatos, ni me siento como si mi ropa fuera tuya y tu ropa fuera mía, lo mas probable es que me sienta fea y me ponga cualquier cosa, lo primero que encuentre, y si tengo mucha suerte, no abro ese cajón que tiene tu remera blanca, esa que fuimos a cambiar juntas, que me gusta tanto como te queda, y que a vos te gusta como me queda a mi. Pero igual casi siempre me cruzo con esos zapatos negros que son mágicos, y vos y yo sabemos porque.
Tristemente me guardo las anécdotas de las sabanas de los fines de semana, o de los no encuentros, y alguna que otra vez vuelvo a casa, me acuesto y lloro, y pienso que esto significa estar sola. Porque siempre, aunque algun muchacho diga que no, o demasiado si, yo igual tenia tus palabras que me tranquilizaban, me daban esperanzas, se acoplaban a mis lamentos o a mis quejidos, o me ayudaban a salir adelante. Pero ahora me encierro en mis rulos y mi cabeza complicada, y tiemblo porque ya no existe catarsis alguna que pueda reemplazar las nuestras. No existe confianza que se asemeje a la que siento en vos, ni seguridad alguna de que me vas a entender, y ni se te va a ocurrir juzgar, no hay nadie como vos loca, no hay nadie ni nunca hubo alguien que pueda entender a una desquiciada como yo.
Por todo, te entiendo que te hayas ido. Nadie quiere saltar.
Y mi problema hoy (y para algunos será insignificante y estúpido) es que ya no te tengo cómplice, hermana o hija, como te guste. Ya no tengo tus abrazos, ni tus sinrazones para llorar, reír, gritar o bailar. Me quedé con el profundo vacío, y con mucha gente que me pregunta donde estas, y yo realmente no se! ¿Dónde estás mejor amiga? ¿Y qué se yo ahora de tu vida?

1 comentario:

andrés dijo...

Así me de pica decirlo, es lo mas libre y quizas tierno que te he leido por aqui... me gustó mucho, mucho Efi... A veces todo deja de ser lo que era antes, hasta la misma amistad, pero se puede volver encontrar eso que fue fantastico, estoy seguro...

Un abrazo!

andrés