Ahora me cuesta bastante cerrar los ojos. No quiero pensar, ni analizar las cosas. Siento que todo duele, que lo mínimo me aniquila, que es demasiado fácil herirme cuando todo es tan confuso. Ahora me cuesta bastante quedarme tranquila, decidir algo, hacer algo. No quiero ponerme a estudiar, ni ir a trabajar, ni nada: Todo me parece demasiado vanal, porque estas vos y vos, y nosotros que se desmorona, y si pienso tan solo un poco, ya puedo ver algunos escombros, ya puedo ver como todo se desajusta y se aleja. Pero no entiendo nada, nada de nada, y no tengo ganas de entender, ni pensar que esto es real. Me encapricho y me ocupo en no pensar, porque es increiblemente difícil seguir aceptando las cosas como son. Ahora me cuesta demasiado cerrar los ojos de nuevo, porque no quiero dormir, porque no quiero hablar de esto, no quiero escribir al respecto, porque destruye mi alma cada linea, cada palabra y letra, pero destruye aún más cada sentir, cada pequeño sentir que recorre mi mente en esta noche cubierta de hojas desparramadas, viento, otoño, granizo, lluvia, relámpagos, y profunda desesperanza e inevitable desvenir de una vida entera, de un amor (que parecía) eterno y de perdones imposibles, y me cuesta cerrar los ojos, porque si me duermo, y mañana despierto en la misma realidad, ya no existirá la posibilidad de que esto sea un sueño, otra maldita pesadilla, que nos acecha, nos arruina, nos deja tirados, y solos, despiadadamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario