Ella se está consumiendo de nuevo, y nadie parece percibirlo. Ella se prepara para saltar, y no hay quien la sostenga. Ella se va rindiendo ante los ojos de él, y pareciera que no queda nada por hacer.
Mientras tanto, su mirada es impredecible, casi imposible, saber que imagen se está posando en su mente. Se niega a aclarar qué es lo que está sintiendo, se resiste a la presión de explicar porqué su sonrisa no se puede desdibujar, a pesar de que pasen las horas.
Se miran, rien por dentro y por fuera, se acarician, se besan.
Mientras tanto, cae entre sensaciones inexplicables, las ignora, dispone su mente en blanco. Se muestra vulnerable, por dentro teje una coraza impenetrable. Se deja sentir.
Sus ojos se posan fijos, unos en los otros. Nada y todo se explicita. Segundo a segundo, el ambiente desaparece. Ella entra en conciencia: con él, no necesita explicaciones. Sus besos quizás puedan curarlo todo.
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