Miró por la ventana de nuevo, y unas cuantas veces más. Dejaba notar una leve obsesión con el estado del tiempo. Otra tarde gris, otra como tantas. Respira hondo, muerde sus labios. Josefina esperaba una señal absurda, absurda como ella misma.
Dibujó con su boca: "Amor es incertidumbre".

domingo, 12 de junio de 2011

Desperté y comencé a soñar, a soñar con un jardín repleto de margaritas, un campo infinito estampado en un día soleado. Las yemas de tus dedos que se emborrachan con mi espalda, estremecen sin temor, concluyen mi cuerpo, mi vergüenza, mi ser. Me gustaría admitirlo: Podría vivir en este instante toda la vida. Sé que no necesito más nada del universo, solo tu cuerpo junto al mío, solo nuestras almas enlazadas. Pero este segundo se acaba, y temo por la distancia que procederá. No hay manera de evitar que tu mente se aleje de la mía, o que divague sin parar. Desearía que podamos mentirnos lenta y súbitamente entre estas flores, en mi sueño eterno y recurrente. Pero este segundo se acaba, y temo por la integridad de esta unión tan chabacana. Sabemos ambos que hoy recostarse en este pasto que reconforta nuestra piel, que sana las heridas, no es más que una falacia que inevitablemente nos delinea, es parte ya de nuestras vidas.
Cuando acabe este segundo, ya no existirá esta chacra, ni este sol, ni el viento calmo que se escurre por nuestro cuello, llega a lo profundo, nos serena. Sin embargo vos y yo seguiremos existiendo, en una lejanía tan inútil e inexplicable como nosotros mismos, como nuestra existencia misma. Nuestras miradas nunca volverán a cruzarse, tus manos se resignarán de tocar mi cuerpo, tu voz no tranquilizará nunca más mis nervios, nunca más nos buscaremos, en la desesperación o en la calma. Nunca, nunca, nunca.
Abro los ojos, concluye todo. Debo admitir que lo nuestro no fue eterno como prometimos, ni mucho menos, pero aun existe en mis sueños.

No hay comentarios: