Miró por la ventana de nuevo, y unas cuantas veces más. Dejaba notar una leve obsesión con el estado del tiempo. Otra tarde gris, otra como tantas. Respira hondo, muerde sus labios. Josefina esperaba una señal absurda, absurda como ella misma.
Dibujó con su boca: "Amor es incertidumbre".

jueves, 26 de agosto de 2010

Por las noches, ya no hay luz en las esquinas, ya no llega el calor a mi cuarto, y las puertas se cierran, y me encierro tiritando. Había una vez mi vida, entre naranja y colorado, un Chivas derramado, un Mercedes Benz azul, y una ilusión: Escapar. La Infanta Isabel se ríe, el pervertido grita y la puerta está trabada. La batalla se inicia, mi vida cierra los ojos, la boca y la existencia. Atemoriza y obliga, la culpa llega a las venas, las mentiras poseen verdades, y había una vez mi vida fotografiada una madrugada a blanco y negro, sin color. Libertador queda a oscuras, el lobo sale del bosque, busca a su presa, la batalla se liberó. Bandera blanca en el aire, la vela quema los dedos, la desnudez se explicita, y mi vida se fundió. Loco despiadado, cuenta una CRÓnica lejana, que te llevaste su alma, que la arrancaste del BAR; que entre gritos y llanto, le tiraste del pelo y la obligaste a aspirar (el aire viciado, humo y tabaco, magia blanca, qué más da). Había una vez mi vida, y el psiquiátrico se tragó entera la bala, el corazón, el pecho, las piernas, la dignidad y el perdón, y aunque no quise lo acabé, y aunque no me guste ni un poco, este cuento se acabó.

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