Por las noches, ya no hay luz en las esquinas, ya no llega el calor a mi cuarto, y las puertas se cierran, y me encierro tiritando. Había una vez mi vida, entre naranja y colorado, un Chivas derramado, un Mercedes Benz azul, y una ilusión: Escapar. La Infanta Isabel se ríe, el pervertido grita y la puerta está trabada. La batalla se inicia, mi vida cierra los ojos, la boca y la existencia. Atemoriza y obliga, la culpa llega a las venas, las mentiras poseen verdades, y había una vez mi vida fotografiada una madrugada a blanco y negro, sin color. Libertador queda a oscuras, el lobo sale del bosque, busca a su presa, la batalla se liberó. Bandera blanca en el aire, la vela quema los dedos, la desnudez se explicita, y mi vida se fundió. Loco despiadado, cuenta una CRÓnica lejana, que te llevaste su alma, que la arrancaste del BAR; que entre gritos y llanto, le tiraste del pelo y la obligaste a aspirar (el aire viciado, humo y tabaco, magia blanca, qué más da). Había una vez mi vida, y el psiquiátrico se tragó entera la bala, el corazón, el pecho, las piernas, la dignidad y el perdón, y aunque no quise lo acabé, y aunque no me guste ni un poco, este cuento se acabó.
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